La redefinición del metro en 1983 dejó absolutamente fijo el valor de la velocidad de la luz en relación al segundo. Desde 1967, a su vez, el segundo estaba definido como la duración de 9.192.631.770 oscilaciones de un átomo de cesio, otro número redondo. Esa definición es más cercana a la física fundamental que las antiguas definiciones relacionadas con la duración de los días según la rotación terrestre (1/86.400 de «día solar medio»). Se podría pensar que ese nuevo valor de la velocidad de la luz sólo podría variar (por expresarlo de algún modo) si algún día se modificara de nuevo la definición de segundo, pero eso creo que sólo variaría cosas como la longitud práctica del metro, no el valor de la definición de la velocidad de la luz, que seguiría siendo el mismo.¿Y por qué se eligió c = 299.792.458 y no un poco más, o un poco menos, si había hasta ese momento cierto margen de incertidumbre en los valores calculados? Simplemente porque se consideró un valor suficientemente cercano al mejor calculado hasta ese momento y el que menos problemas causaría respecto a los valores que ya se usaban de forma práctica por aquel entonces.
Otra cosa interesante, también conocida desde antiguo es que, como le sucede al sonido, la velocidad de la luz es distinta dependiendo de si está atravesando el vacío o materiales/medios como el aire, agua, cristales u otros. Por ejemplo su velocidad es sólo el 99,9997% que en el vacío al atravesar el aire, el 76% en hielo, o el 41% en diamantes, unos 123.000 km/s.
Algo que me pareció que tiene un punto irónico es que el valor de la velocidad de la luz se refiere, por definición, a «en el vacío perfecto». Pero resulta que el vacío perfecto o «clásico» simplemente no existe: es un «concepto abstracto», un recurso matemático que se usa como referencia en física pero que «no se puede obtener en la práctica». De modo que la famosa límitación de velocidad universal respecto a la velocidad de la luz tiene una doble lectura: no sólo nada puede llegar a ella, sino que ni siquiera la propia luz puede alcanzar nuestra humana definición, porque se basa en un medio de referencia ideal que es puramente teórico y que aunque es útil en el plano teórico no se da en ningún lugar de nuestro universo.
Rizando el rizo, el asunto de que la velocidad de la luz varíe según los medios por los que circula produce un efecto que me pareció el más divertido de todo esto que encontré por ahí: existen algunas formas de radiación electromagnética que pueden viajar más rápido que la luz, literalmente… pero dependiendo del medio por el que vayan. Según parece, por ejemplo, los rayos gamma son «frenados» por el agua, pero menos de que es frenada la propia luz, de modo que le ganan a la carrera: se puede afirmar sin problemas que los rayos gamma viajan más rápido que la luz visible… pero en el agua.
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